"Si yo hiciera mi mundo todo sería un disparate. Porque todo sería lo que no es; y entonces al revés, lo que es, no sería".
Ahí está el Conejo Blanco con su rutilante y pesado reloj de oro, vestido como un dandy. Y el maldito tiempo que, o bien adelanta su reloj o es muy tarde.
Y el Gato de Cheshire sentado en la rama de un árbol, que sonreía tanto que la boca, sobre la que brillaban unos largos bigotes, le llegaba de oreja a oreja. Porque todos los gatos de Cheshire rien.
"¿Querrás decirme, por favor, a donde tendré que ir desde aquí?. –Eso dependerá exactamente del sitio a donde quieras llegar. –A mi la verdad, me tiene sin cuidado dónde…,empezó Alicia. –Siendo así, es enteramente igual que vayas a un sitio que a otro."
"Yo no quiero ir donde haya locos, replicó Alicia. –No tienes más remedio porque aquí todos estamos locos. Yo estoy loco y tú estás loca."
Y mientras Alicia duerme, y sueña con fantásticas aventuras en un extraño país.
Después de leer el libro, el graffiti sólo merece un adjetivo: genial.